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que tal ? chicos queria compartir con uds algo realmente importante es un tema bastante delicado que todos debemos prestar atencion... como siempre les he compartido temas sobre la salud seguiremos con el patron espero que puedan disfrutar de este excelente tema. hoy quiero charlar sobre la epilepsia su diagnostico
8.1 ANAMNESIS Y EXPLORACIÓN FÍSICA
El diagnóstico de la epilepsia es clínico y se basa en la anamnesis, ya que tanto la exploración como los exámenes complementarios pueden ser normales. Ninguna anomalía paroxística en el EEG prejuzga la existencia de crisis epilépticas. Habitualmente es necesario obtener información de un familiar o próximo que haya visto los ataques, pues el paciente no es capaz de describirlos en su totalidad. Hay que recabar información sobre todo lo ocurrido antes, durante y después de la crisis.
El diagnóstico de epilepsia debe ser positivo. No se puede hacer por exclusión. En caso de duda es preferible esperar a que la evolución descarte o confirme el diagnóstico que iniciar un tratamiento empírico.
El diagnóstico completo incluye tres puntos:
• Indagar si las crisis son de naturaleza epiléptica y no de otro tipo
(síncopes, vértigos, ictus, crisis psicógenas).
• Definir, si es posible, el tipo de crisis y de síndrome epiléptico.
• Conocer la etiología.
Los antecedentes etiológicos más importantes son los de trauma perinatal, alteración en el desarrollo psicomotor, convulsiones febriles, meningoencefalitis,
otros traumatismos craneales, enfermedades neurológicas o psiquiátricas familiares e historia de epilepsia familiar.
Para una evaluación completa hay que tener en cuenta también la adaptación escolar, social, matrimonial y profesional del enfermo.
A la exploración física general y neurológica completa hay que añadir, especialmente en los niños, algún test psicométrico para cuantificar el estado intelectual y detectar precozmente su deterioro, ya sea secundario a la propia enfermedad o al efecto neurotóxico de los fármacos. En las mujeres es muy importante la historia obstétrica, saber si ha habido embarazos o abortos y toda la información referida a los ciclos menstruales, toma de anticonceptivos, etc. Además de los análisis que puedan ser sugeridos por la historia y la exploración, debe hacerse siempre una hematimetría, un perfil bioquímico general, análisis de orina, radiografía de tórax, ECG y un EEG. La serología de sífilis sólo se justifica si hay algún indicio clínico o epidemiológico.
8.2 USO GENERAL DEL EEG EN EL DIAGNÓSTIC O Y TRATAMIENTO DE LAS EPILEPSIAS
El EEG es una exploración fundamental en el diagnóstico de la epilepsia. Tiene importantes limitaciones. Los electrodos sobre la piel recogen una actividad propagada desde la corteza cerebral que siempre llega distorsionada al atravesar la dura, el cráneo y el cuero cabelludo.
Esto hace que algunas crisis epilépticas generadas por descargas muy localizadas no den alteraciones en el EEG de superficie que tiene importantes limitaciones a la hora de localizar con exactitud el origen de las crisis epilépticas.
En un primer EEG ordinario de unos 20 min sólo se suele registrar actividad paroxística intercrítica en el 50% de los epilépticos adultos.
La ausencia de actividad epileptiforme en el EEG no debe poner nunca en duda el diagnóstico clínico bien fundado de epilepsia. La sensibilidad del EEG aumenta al realizar un registro de sueño o tras privación de sueño. La presencia de actividad epileptiforme intercrítica no es sinónimo de epilepsia pues pueden ocurrir en personas sanas.
En la mayoría de los casos se puede caracterizar el tipo de epilepsia por la historia y el EEG intercrítico si se plantean dudas. Sólo en algunas ocasiones es necesario registrar un episodio crítico. Para obtener registros críticos está indicada la monitorización vídeo-EEG prolongada mediante técnicas de telemetría. El EEG puede dar alguna orientación sobre la retirada de medicación en ciertos síndromes epilépticos infantiles, no así en los adultos. La existencia o la cantidad de actividad
epileptiforme intercrítica no es una guía sobre la eficacia del tratamiento o la frecuencia de crisis que presenta el paciente.
* Neuroimagen por TC y RM
Estos estudios no están indicados en los síndromes epilépticos idiopáticos.
La indicación es intermedia o relativa cuando se trata de objetivar lesiones ya sospechadas por la historia y sin potencial evolutivo como, por ejemplo, epilepsia postraumática del adulto, secuelas de trauma de parto o infecciones infantiles, de anoxia, ictus o lesiones posquirúrgicas.
En estos pacientes nunca se deben repetir las pruebas de imagen. La indicación es definitiva y con prioridad en todas las epilepsias con crisis generalizadas o focales de causa desconocida, especialmente si es de reciente comienzo o la exploración neurológica es anormal o si en el EEG hay signos de sufrimiento cerebral focal.
La RM es mucho más sensible que la TC, pero esta es suficiente para diagnosticar los procesos expansivos que se manifiestan con epilepsia de reciente comienzo. Por otra parte, un paciente con epilepsia bien controlada médicamente y una TC normal no requiere más exploraciones. Debido a la alta sensibilidad de la RM hay que tener en cuenta que algunas imágenes aparentemente lesionales son falsas, pueden ser evanescentes y desaparecen en una segunda exploración.
A veces, estas lesiones están relacionadas con alteraciones bioquímicas o edemas poscríticos.
La espectroscopia por RM permite estudios bioquímicos de neurotransmisores y metabolitos cerebrales. En los focos epilépticos se observa una reducción de la relación entre el pico de la concentración de N-acetil-aspartato con respecto a los de creatina y colina, lo cual se interpreta como un reflejo de la pérdida neuronal. La RM funcional permite la localización de las áreas del lenguaje u otras y ayuda en la planificación prequirúrgica.
La aportación de la PET y la SPECT al diagnóstico de las epilepsias es selectiva y está limitada, en la práctica, a pocos casos. Durante la crisis, los focos epilépticos se realzan en la SPECT y en la PET por el incremento enorme del metabolismo oxidativo y del flujo sanguíneo y ayudan en la localización prequirúrgica.
* Diagnostico diferencial:
El síncope, varios trastornos psiquiátricos, los trastornos del movimiento, los trastornos del sueño y la insuficiencia vascular cerebral pueden confundirse con la
epilepsia. Las manifestaciones neurológicas de la migraña clásica pueden parecerse a una crisis parcial, y algunas crisis van seguidas de cefaleas. La secuencia de episodios y la resolución de las características neurológicas sin progresión a una actividad epiléptica más grave sugieren un diagnóstico de migraña. Sin embargo, la distinción entre migraña y epilepsia puede ser difícil, y los individuos con migraña presentan una mayor prevalencia de epilepsia.
Las crisis mioclónicas deben distinguirse del mioclonus, un término que se refiere a las sacudidas musculares que no están asociadas a epilepsia, tales como las de la encefalopatía urémica. El mioclonus se asemeja a la crisis mioclónica, pero el mioclonus no va acompañado de cambios EEG de una crisis generalizada.
Los trastornos del movimiento paroxístico tales como la distonía paroxística, la coreoatetosis paroxística y la ataxia paroxística pueden confundirse con una epilepsia. La epilepsia frontal nocturna autosómica dominante es un episodio principalmente motor que se produce a mitad de la noche; sus movimientos paroxísticos pueden confundirse con el movimiento de un trastorno del sueño. La monitorización vídeo-EEG puede ser necesaria para el diagnóstico.
Los pacientes con ataques de pánico y trastornos disociativos, entre los que se incluye el trastorno múltiple de la personalidad, pueden experimentar episodios que imiten crisis parciales simples o complejas. Ante tales episodios no epilépticos, en general es evidente una ganancia secundaria y este tipo de conducta se puede haber producido durante un período extenso.
Sin embargo, las peculiaridades de semejantes ataques, así como las manifestaciones neurológicas de algunos pacientes, pueden requerir una monitorización vídeo-EEG continua para el diagnóstico, sobre todo porque las crisis del lóbulo frontal también pueden asociarse a una conducta peculiar parecida.
Un diagnóstico erróneo de crisis no epiléptica es un riesgo para la interrupción de la medicación con el resultado de un status epiléptico. Además, los trastornos psiquiátricos y las crisis epilépticas pueden coexistir en el mismo paciente.